Compañeras y compañeros:
Desde el año 2002 en que decidimos enfrentar el reto del brazo de un grupo de compañeros para asumir la responsabilidad de defender los derechos laborales de los trabajadores afiliados a ANTHOC Seccional Cauca, también tomé la determinación de sacrificar mi vida personal y familiar, pensando en aportar a la organización de la lucha por la reivindicación de nuestros derechos como trabajadores, pero también en aportar en esa lucha desigual contra el imperio y contra un gobierno arrodillado a este, que para nada le importan los derechos fundamentales de las personas y que solo vela por los intereses del gran capital y de sus “amigos”.
De esa manera y con el respaldo de todas y todos los afiliados al sindicato de trabajadores, iniciamos un trabajo político, para sacar ese pensamiento político de defensa de los derechos fundamentales, de las paredes del sindicato y llevamos esa lucha al terreno del vivir de cada uno de los caucanos, en defensa del derecho fundamental a la salud.
La lucha ha sido dura y desigual, pues a pesar de los esfuerzos de las diferentes organizaciones sociales y populares de nuestra querida Colombia, por lograr el respeto por los derechos fundamentales, conseguir la equidad y mermar la gran brecha existente entre los pocos dueños del capital y el resto de la población, se imponen los representantes del pueblo, que se hacen elegir, para obtener el poder y seguir defendiendo los interés particulares de los mismos. Hoy terminado el año 2010, la situación no ha cambiado, todas y todos, hemos dado todo, por la defensa de los derechos de nuestros hijos y de nuestras familias. Hoy entendemos que mientras el pueblo no tenga el poder en esta mal llamada democracia y mientras el pueblo no alcance a comprender que debemos unir las luchas y pensamientos, no podremos derrotar el régimen. Esta una de las razones que nos obligó a salirnos del abstencionismo, para entrar a participar de los procesos electorales de nuestro país. Esta determinación la tomamos con la aparición de un pensamiento expresado en un ideario de unidad, plasmado en la convocatoria de un documento, que recoge el querer de equidad, de defensa de los derechos fundamentales, un querer de gobierno por el pueblo y para el pueblo que representa a la izquierda Colombiana. Posteriormente esta razón unida al querer de un gran número de compañeras y compañeros que consideramos que se deben abrir espacios políticos al interior de unos gobiernos impuestos y manejados a su antojo por caciques políticos, respaldados en uno de los más sucios procesos democráticos de América Latina; decidimos entonces presentar mi nombre para aspirar a un cargo de elección popular, para que sea yo su representación en la Asamblea Departamental del Cauca, objetivo que se cumple, bajo unos parámetros claramente establecidos de resistencia, denuncia y lucha contra el sistema gobernante. Debo recordar que por primera vez el PDA llega a la Asamblea del Departamento del Cauca y esperando ese espacio continúe a nombre de la izquierda caucana.
Hoy después de tres año de ejercicio en este espacio departamental, considero que he cumplido con todo lo que ha estado a mi alcance, con todos los impedimentos, afujías y dificultades, tal vez, diría mejor “zancadillas” de parte del estamento para evitar que las clases populares sigan avanzando. A pesar de todo ello, tengo la fortaleza, de mi convicción y orgullo de pensamiento de izquierda y claro el contar con un gran grupo de compañeros, trabajadores, estudiantes, obreros, campesinos e indígenas, que me dan su voz de aliento y con quienes debatimos diferentes temas, para continuar expresando nuestros ideales.
Quiero mencionar algunos aspectos importantes en mi ejercicio como diputado, para su conocimiento y que ha servido para que la comunidad en general entienda y comprenda muchas dificultades económicas, sociales y políticas que ocurren en nuestro departamento, pero también para que se conozcan hechos de corrupción y que es lo que sucede con la inversión de los recursos de las comunidades.
Se debe entender que el espacio de Asamblea departamental por mi representado es un espacio de CONTROL POLITICO Y ADMINISTRATIVO, NO ES UN ESPACIO DE CLIENTELISMO, NO ES UN ESPACIO DE PALMADITAS EN LA ESPALDA, NO ES UN ESPACIO PARA DEFENDER INTERESES PARTICULARES, NO ES UN ESPACIO PARA CONSEGUIR PUESTOS DE TRABAJO, este espacio es de lucha, es de resistencia, es de denuncia y es de convocatoria a la movilización de los pueblos por sus derechos, con ello hemos conseguido abrir un gran espacio de manifestación popular.
SALUD.- Este es un tema bastante amplio, pero que voy a tratar de resumir de la mejor forma para su comprensión.
Desde la Asamblea del Cauca y como representante de los trabajadores, he presentado diferentes debates públicos, en los que he denunciado oportunamente los hechos irregulares que dieron como consecuencia el “desplazamiento” de aproximadamente tres mil compañeros (3000) de sus puestos de trabajo. Hablo de desplazamiento, pues hoy cientos de familias de los compañeros despedidos en la liquidación de la red pública hospitalaria del Cauca, han perdido hasta sus viviendas por falta de recursos para sostener las implacables cuotas del sistema bancario de nuestro país y otra gran cantidad de compañeros se vieron en la obligación de retirar a sus hijos de las universidades y colegios en los cuales se encontraban preparándose. Estos debates son objeto de constancias que serán aporte para los procesos jurídicos que se adelantan por parte de los trabajadores.
En estos debates sobre salud, hemos denunciado el cierre de cientos de centros y puestos de salud en las zonas rurales de todo nuestro departamento, fruto también de la irresponsable liquidación de los 36 hospitales del depto. del cauca. Debo manifestar que en el Plan de Desarrollo departamental quedo escrita la apertura de puestos y centros de salud, tema este que deberá ser sometido a análisis y debate en el último año de sesiones, pues el gobernante debe cumplir con el Plan de Desarrollo propuesto.
En el año inmediatamente anterior, conocimos del estudio solicitado por la misma gobernación del departamento, estudio que llamaron POST-LIQUIDACION, contrato que fue otorgado a uno de los mismos asesores jurídicos que participaron en el proceso de liquidación. (Dr. Almeiro Ariza Bernal). Teniendo conocimiento de este informe presentado por el contratista al departamento, en el cual manifestaba, innumerables irregularidades en el proceso realizado, tomé la iniciativa y en el mes de Julio por derecho de petición lo solicitamos al Gobernador del Departamento y al Secretario Administrativo y financiero, obteniendo respuesta, mucho tiempo después, pero una respuesta que ocultaba el informe por mi solicitado.
Nos dimos a la tarea entonces de conseguirlo por otras fuentes y fue así como conocimos la totalidad del informe y sorpresa, según el Dr. Ariza Bernal, el proceso de liquidación no ha terminado y debe nombrarse nuevamente un liquidador, situación que a la fecha el gobierno departamental se niega a nombrar pues ello conlleva grandes riesgos: de una parte de la nulidad simple del proceso y de otra las demandas de los trabajadores y la posible vinculación de por lo menos la planta de personal de la DDSC que estaba vinculada a diciembre del año 2007.
Este importante documento obtenido de manera oficial hacia el mes de febrero del año 2010, se convierte en una gran herramienta de defensa y reivindicación de los atropellos cometidos por la gobernación del Cauca y por la DDSC en contra de los trabajadores y sus familias.
Hemos acompañando la lucha de los compañeros trabajadores afiliados en ANTHOC de los Hospitales Francisco de Paula Santander, en donde se ha logrado con el esfuerzo de los trabajadores y el compromiso de ellos mismos, brindar una sostenibilidad a este hospital público del nivel II del norte del Cauca.
Hospital el Bordo, hoy se enfrenta a una liquidación fruto de las presiones de la integración vertical y de la estructura del sistema. En este sentido continuaremos acompañando a los trabajadores de ese hospital y a las comunidades del municipio del Patía para evitar que la liquidación propuesta, afecte la prestación del servicio asistencial y de salud pública en esta región del departamento del Cauca.
En el municipio del Tambo hemos acompañado igualmente la resistencia de los trabajadores del Hospital NIÑA MARIA del Tambo agremiados en ANTHOC, quienes junto a las comunidades han venido denunciando y exigiendo de una parte las reivindicaciones laborales, pero también luchando por la defensa de los derechos de las comunidades del municipio, en defensa de lo público.
De igual Manera he realizado debates en donde he denunciado la irresponsabilidad del gobierno departamental para dar cumplimiento a la ley 715 en cuanto hace referencia a la planta de personal obligatoria para atención de la Salud Pública de la comunidad, tema que además quedó escrito en Plan de Desarrollo Departamental y por lo cual la actual secretaria de salud departamental, presento un proyecto al Ministerio de la protección social para la creación de la planta de personal.
Siempre del lado de los trabajadores en sus derechos, presenté la proposición en plenaria y dirigí comunicación al Gobierno Departamental para que se dé el incremento salarial del año 2010 a todos los trabajadores y empleados de las actuales ESE, toda vez que a pesar de estar por culminar el año, a estos compañeros no se les ha cancelado el incremento que es de ley.
En la tarea Institucional de la Asamblea del cauca, tengo el compromiso de realizar el control político y administrativo permanentemente a todos los recursos que ingresan por adiciones o por presupuesto para que se destinen efectivamente a la atención en salud a las personas y lleguen al rubro al cual están destinados.
PROBOLSA.- En el ejercicio de este control político y administrativo, fui cogestor de la conformación de las veedurías ciudadanas, y presentamos las denuncias formales ante los organismos de control del estado sobre los más de DIECISEIS MIL MILLONES DE PESOS DEL SGP que fueron depositados por el gobierno departamental en la firma PROBOLSA, pirámide esta que se encuentra en estado de liquidación. Hechos de corrupción estos, que hoy con los fallos de la procuraduría se quedan en la total impunidad, pero que continuamos denunciando y exigiéndole al gobierno departamental que se responda por estos recursos del SGP de salud, Educación y Plan deptal de aguas. Quedan por conocerse los fallos de fiscalía y contraloría sobre estos hechos de corrupción, pero en nada nos debe extrañar que sean igualmente fallos en contra de la comunidad y en defensa de los responsables de estos hechos. Somos nosotros como comunidad, quienes realmente debemos cobrarle a estos gobernantes la irresponsabilidad de sus actos y no seguir apoyando electoralmente a personas que para nada les interesa el bienestar colectivo de las comunidades.
INDUSTRIA LICORERA DEL CAUCA.- Encabecé desde la Asamblea deptal y junto al sindicato de trabajadores de la empresa, SINTRABECOLICAS el proceso de denuncia en contra del lesivo contrato firmado con la firma TM- S.A. con el departamento del Cauca, que lo único que hacía era enriquecer los bolsillos de la firma y algunos particulares del depto del Cauca. Por la presión ejercida de los trabajadores a través de sus luchas, las cuales acompañé permanentemente, se consiguió terminar con este contrato. De esa manera nuevamente con el compromiso de los trabajadores es que la empresa hoy obtiene resultados que fortalecen la organización sindical y se determina entonces archivar los procesos de liquidación que se adelantaban, sin embargo es preocupante, que aun se continúe pensando en llevar la empresa hacia procesos de privatización y de desconocimiento de los derechos labores y sindicales de los compañeros de la ILC, para lo cual continuaremos apoyando a SINTRABECOLICAS y atento a todas las nuevas situaciones que se puedan presentar.
EDUCACION.- Hemos respaldado desde el ejercicio Institucional todos los proyectos en pro de los derechos de los empleados administrativos y docentes de todo el departamento del Cauca, situación que además hemos acompañado en el reconocimiento del pago de los derechos adquiridos de los docentes agremiados en sus dos sindicatos ASOINCA Y SUTEC, así como acompañado a los compañeros sindicalizados en SINTRAESTATALES en sus luchas por la defensa de los derechos al trabajo y a la estabilidad laboral; en este tema agradezco el acompañamiento del Senador Luis Carlos Avellaneda del PDA y sobre todo el reconocimiento a los compañeros de SINTRAESTALES, en su decidida lucha.
Estamos comprometidos con la lucha que se debe organizar en torno a la defensa de las INSTITUCIONES EDUCATIVAS “NORMALES SUPERIORES” de nuestro departamento, que a la fecha se encuentra aún resistiendo contra la presión del gobierno nacional de cerrarlas y que se encuentran ubicadas en Guapi, Almaguer, La Vega, Belalcazar-Paez y Popayán. Es esta una tarea que requiere del acompañamiento de todas y todos, pues desde estos centros educativos es desde donde realmente se puede generar educación para el pueblo. En la actualidad nos encontramos preparando un debate al respecto que se proyecta para el primer periodo de sesiones ordinarias del año 2011 y para el cual cuento con el apoyo de algunos de los rectores de estas Instituciones.
Un tema que requiere especial acompañamiento de los diferentes sectores sociales populares y en el que debemos comprometernos mucho mas, es el del SENA en momentos en que se han otorgado atribuciones al presidente Santos, que pueden conllevar determinaciones que acaben con esta gran Institución y en la que los compañeros afiliados en SINDESENA han resistido, movilizándose y denunciando constantemente los hechos de corrupción y clientelismo en que se ha convertido el SENA.
De otra parte debemos acompañar los procesos de unidad entre campesinos e indígenas y luchar por el respeto de los derechos para evitar ser presa de las estrategias de división que nos impone el gobierno nacional y el MEN y entonces juntos exigirle a este gobierno el derecho a la educación para todas y todos.
CEDELCA.- Desde la asamblea del Cauca y con el acompañamiento del compañero senador Alexander López Maya, hemos adelantado toda una lucha junto a las comunidades por la defensa, de una parte de los intereses colectivos de la comunidad para evitar se sigan llevando nuestros recursos naturales a través de la venta de energía, sino también en la defensa de las altísimas tarifas impuestas por el gobierno nacional, por la superintendencia de servicios públicos domiciliarios y por la CREG a un departamento que hoy por hoy es de los entes territoriales con mayores índices de corrupción, hambre, pobreza y desempleo.
En este tema igualmente me encuentro proyectando un debate desde la asamblea del Cauca para el próximo periodo de sesiones ordinarias y al cual desde ya convocamos a todas las organizaciones sociales, políticas y populares de nuestro departamento para que juntos le exijamos al gobierno nacional de una vez por todas se devuelva la empresa para el Cauca y se haga una rebaja de las altas tarifas que hoy obligan a los pobres del departamento ha dejar de comprar los alimentos para tener que pagar los servicios públicos.
PLAN DEPARTAMENTAL DE AGUAS.- Este plan del gobierno nacional y deptal, ha logrado imponerse con el concurso de los alcaldes y concejos municipales de 38 de los 42 municipios del departamento del Cauca. Aproximadamente DOSCIENTOS CINCUENTA MIL MILLONES DE PESOS, ($250.000.000.000.oo) provienen en su gran mayoría de los recursos de SGP que le pertenecen a las comunidades del Cauca, los que se han destinado para ser “invertidos” en acueductos de cabeceras municipales del depto para el año electoral del 2011. Hemos venido trabajando en la preparación de las comunidades para la conformación de veedurías ciudadanas que vigilen atentamente la “inversión y destinación” de estos millonarios recursos, que hoy son la presa o el objetivo de la voracidad y politiquería de muchos sectores que se vienen peleando el manejo de estos recursos. En la Asamblea del cauca he realizado dos (2) debates sobre este tema y con la información obtenida, me he dado a la tarea de conseguir los contratos de cada una de las localidades en donde se están realizando trabajos y en donde se van a contratar, con el fin de informar a las comunidades interesadas al respecto y de esta manera lograr la optimización de estos recursos. Oportunamente estaré informando a la comunidad sobre lo investigado y sobre la inversión y ejecución de las obras.
DERECHOS HUMANOS.- Desde la Asamblea del Cauca y con el acompañamiento de organizaciones sociales y políticas he realizado debates en la defensa de los derechos fundamentales en los casos que se presentan en el departamento del Cauca por diferentes causas, entre las cuales se encuentran con gran incidencia el desplazamiento de los compañeros campesinos de los municipios de Argelia, Balboa, El Patía, Cajibio, entre otros ocasionados por el conflicto armado y por enfrentamientos entre el ejército nacional y los grupos insurgentes y sobre todo por la presión y amenazas de las bandas paramilitares, hoy llamadas emergentes o criminales por el estado como son Aguilas negras y Los Rastrojos.
En ese sentido hemos estado permanentemente junto a la organización sindical y de DDHH ANTHOC SECCIONAL CAUCA, acompañando a las y los compañeros desplazados en la búsqueda de atención y soluciones oportunas. A través de la acción jurídica y con el acompañamiento de asesores de ANTHOC se han logrado logros significativos en el campo de los DDHH, como es el reconocimiento de cientos de tutelas a favor de la comunidad en general, las demandas instauradas ante la OIT por el desconocimiento y violación de estos derechos laborales a los trabajadores, las denuncias de casos como el asesinato del compañero ARLEY BENAVIDEZ, integrante de la subdirectiva de ANTHOC, el acompañamiento jurídico y de reconocimiento de derechos a los compañeros desplazados de la costa pacífica.
A la par con este tema se viene presentando en nuestro departamento la FIEBRE DEL ORO, lo que ha despertado la codicia desmedida de grupos armados privados, delincuenciales y según denuncias de campesinos: “paramilitares” que de una parte brindan protección a las empresas transnacionales y particulares que no se detienen en su avasallamiento y violan constantemente los DDHH de las comunidades y de otra parte los mismo grupos desplazan campesinos con el objetivo de realizar las explotaciones de minerales y otros recursos en nuestro territorio.
En los debates realizados, afortunadamente he sentido el respaldo de las comunidades campesinas y de diferentes organizaciones sociales, políticas y populares, además del acompañamiento del Senador Alexander López Maya, compañero político que se ha comprometido con el departamento del Cauca y ha presentado a la comisión de Derechos humanos y a la plenaria del Senado, por iniciativa de organizaciones campesinas como lo es el Movimiento Campesino de Cajibio, la urgente necesidad de la realización de una audiencia de Derechos Humanos en el Departamento del Cauca, con la presencia de esta comisión del senado y de otras autoridades nacionales para la revisión de este tema y frenar el atropello al cual se somete a diario a los habitantes sobre todo de las zonas rurales de nuestro departamento, sin desconocer claro lo acontecido en zonas urbanas. Esta audiencia fue aprobada y nos encontramos preparándola junto a organizaciones sociales reunidas en la llamada mesa de garantías. Esperamos oportunamente informar a todas las organizaciones sociales, políticas y populares del departamento sobre la fecha de la realización de esta audiencia para contar con su presencia y se realicen las denuncias públicas para entre todos exigir al gobierno nacional garantías para nuestro ejercicio y soluciones inmediatas a la problemática planteada.
De igual manera hemos estado en contacto y dando nuestro respaldo en la medida de nuestras capacidades y competencias a la construcción del tejido social y popular, como es el caso del desconocimiento de los derechos de los campesinos, denunciados por la asociación Campesina de Inzá- tierradentro ACIT- en las exigencias planteadas para la creación de las reservas campesinas en varios municipios del departamento del Cauca, propósito en el cual se ha tenido también el acompañamiento del Senador Alexander López Maya y se ha contado con la presencia del compañero representante a la Cámara por el Depto. del Valle Wilson Arias.
Ante el gobierno departamental y nacional he acompañado las exigencias de los compañeros campesinos de Bolívar, El Tambo (Huisito, Playa Rica), El Patía, Argelia, Balboa, con el propósito de que no se continúe con las aspersiones aéreas de glifosato y por el contrario se entre a negociar con las comunidades campesinas la erradicación manual de cultivos de coca frente a la presencia del estado en donde se garantice una real atención que brinde soluciones en temas como alimentación, salud, educación, servicios públicos y tierras.
Una de nuestras luchas ha sido el acompañamiento a los compañeros campesinos pequeños productores de alimentos y expendedores de alimentos de la Galería del Barrio Bolívar de la capital Caucana, en la lucha y en la defensa de los derechos al trabajo y en la defensa de la cultura de las “plazas de mercado”, frente al desconocimiento propuesto por la administración municipal de “trasladar” o terminar con la Galería del Barrio Bolívar. He dejado clara nuestra posición de acompañamiento y respaldo, a todos los trabajadores que laboran en la galería del Barrio Bolívar y que allí se ganan el sustento de sus familias, respecto al desconocimiento y violación de sus derechos por parte del gobierno municipal de Popayán. Esta es una lucha que requiere igualmente del acompañamiento de todas las organizaciones sociales y populares del Departamento del Cauca.
Actualmente en conjunto con compañeros de algunas organizaciones sociales, nos encontramos revisando el tema de propiedad de la tierra de algunos sectores campesinos de Argelia, Balboa, Patía, Bolívar, El Tambo con el propósito de adelantar un debate sobre este tema en los próximos periodos de sesiones ordinarias.
EXPLOTACION MINERA EN EL DEPTO DEL CAUCA. La codicia de las empresas transnacionales y particulares por las riquezas minerales y de otros recursos naturales en nuestro territorio nos obliga a todas y todos a unir esfuerzos y organizarnos para resistir este atropello y evitar daños irreparables a nuestro ecosistema y por ende a la vida misma de los Caucanos. La situación es de altísimo riesgo, toda vez que aproximadamente UN MILLON OCHOCIENTAS MIL HECTARES DE NUESTRO TERRITORIO son objeto hoy de licencias y titulaciones a favor de empresas y particulares que solo les interesa un puñado de oro sin importar acabar con las fuentes de agua y demás recursos de nuestra región.
En este aspecto hemos acompañado permanentemente los procesos organizativos de resistencia y denuncia, he participado activamente de las movilizaciones y asambleas campesinas organizadas y realizadas en los municipios de Bolívar, El Tambo y La Calera en el municipio de Popayán, de igual forma apoyando a los compañeros campesinos del Hoyo Patía. Propuse y realicé un debate en la Asamblea Deptal. del Cauca, en donde se invito además de todos los sectores campesinos, organizaciones sociales y populares y que concurrieron masivamente, al gobierno deptal, y parlamentarios Caucanos, para que se apoyará la propuesta de revisar la legislación minera existente. Desafortunadamente ninguno de los parlamentarios Caucanos se hicieron presentes, (al igual que no han asistido a ninguno de los debates por mi realizados), es de resaltar que nuevamente solo el senador Alexander López Maya, atendió el llamado a luchar junto a nosotros por la defensa de nuestro territorio, por la defensa de la minería artesanal ancestral, culminando el debate con la aprobación de propuesta que presenté para que se invite a: Ministerio del interior, Ministerio de Minas y energía, Ministerio de Agricultura, a una audiencia a realizarse en la ciudad de Popayán y que contará con la presentación de la propuesta a nivel del Senado de la república por parte del Senador Alexander López M y citar así a los funcionarios propuestos. Unidos debemos exigir se legisle desde el uso del agua, pasando por el respeto de las reservas naturales y desde el respeto de los derechos de todos los habitantes campesinos y en general de la comunidad Caucana- El gobierno nacional con el embeleco de las regalías, no puede colocar en una balanza el oro y la vida de los Caucanos.
Es importante manifestar que se realizaron las denuncias sobre violación de derechos fundamentales por parte de campesinos de las diferentes regiones del departamento, que coinciden con la presencia e ingreso de empresas mineras y particulares, aparición de grupos armados en estos sectores y ante lo cual el gobierno no desarrolla acciones eficaces para garantizar la vi da y derechos de los habitantes campesinos.
PLAN VIAL REGIONAL. Mi participación y gestión se ha tomado desde el sentir y querer de las comunidades de nuestro departamento. He sostenido reuniones con los compañeros habitantes de diferentes municipios y se ha gestionado para la inversión de recursos importantes de Bolívar (San Lorenzo- Lerma), Totoró, Silvia, Almaguer (La Herradura), El Tambo, Páez, Inzá, Argelia, Balboa, Patía y en general de todos los mpios del departamento.
COSTA PACIFICA.- Guapi – Timbiquí. Estuve presente en estos municipios, en el desplazamiento de los diputados de la Asamblea del Cauca a los municipios de la costa. Por situaciones de seguridad no fue posible llegar hasta López de Micay, pero tengo el compromiso de realizar esta visita para reunirme con compañeros de ANTHOC y compañeros de organizaciones sociales y continuar con mi propósito de denuncia y representación de las comunidades en lo que desde lo colectivo se determine. En esta visita a Guapi y Timbiquí se denunció por parte de los habitantes de estos municipios el total abandono en que se encuentran por parte del gobierno departamental y municipal, son innumerables las problemáticas planteadas en todos los ámbitos.
Salud: Tanto los gobiernos municipales como departamentales no realizan las contrataciones con las entidades públicas, recurso este que es muy necesario para ser invertido desde lo público en el servicio y atención a la comunidad. En ese sentido hemos venido adelantando una gestión importante para que tanto el municipio como la Secretaria de salud departamental contraten con las ESE y de esa manera exista una sostenibilidad financiera en medio del caos que representa hoy el mercado de la salud para las instituciones públicas. En el caso de Timbiquí el tema de salud es mucho más complejo, pues este hospital al convertirse en ESE fruto de la liquidación de la red pública hospitalaria tiene muchos problemas financieros, al punto de adeudarles a los trabajadores hasta tres o cuatro meses de salario.
Educación: Se realizaron muchas denuncias frente a la supuesta inversión que ha realizado el departamento en las instituciones educativas del Litoral pacífico Caucano, tarea en la que nos hemos comprometido para analizar estas y revisar las inversiones que menciona el departamento ha hecho.
Vías: Propuse en la Plenaria de la Asamblea del Cauca al Secretario de Infraestructura del departamento se asignaran recursos para la apertura o mantenimiento de los esteros, que son las vías fluviales de las comunidades de la costa pacífica, para dar solución a la solicitud que recibí de las comunidades de este sector.
En el Plan de Desarrollo Departamental, por propuesta por mi presentada en el área de Salud, se incluyo la gestión que debe realizar el gobierno departamental para que se asigne una UPC diferencial para el caso de los municipios de la Costa Pacífica y de la Bota Caucana. Hoy el gobierno departamental me da la razón, cuando en su informe de gestión, plantea esta urgente necesidad de la UPC diferencial para la Costa Pacífica.
Naturalmente son muchas más las acciones y actividades realizadas en el día a día del ejercicio desde la Asamblea, en la tarea que los compañeros y compañeras me han propuesto. Hemos participado de todas las movilizaciones y protestas realizadas por las diferentes organizaciones sociales, como es el caso de los destechados agremiados en la diferentes organizaciones, realizando la gestión con mucho compromiso para evitar desalojos por la fuerza, como en el caso presentado con los compañeros de la Florida- Popayán, defensa del derecho al trabajo de los moto-transportadores, defensa de los derechos de los expendedores ambulantes, defensa del sector campesino como pequeño productor en el sector agropecuario, para citar algunos ejemplos.
Como representante de los trabajadores, continuamos defendiendo los derechos laborales y desde este espacio me pongo a disposición de toda la comunidad para abrir espacios políticos y de defensa de derechos colectivos.
Este ejercicio, me ha traído problemas de seguridad, pero que afortunadamente hasta el momento hemos podido sortear. Tengo la aspiración de poder continuar aportando en esta desigual lucha y esperamos seguir contando con el respaldo de todas y todos los trabajadores, campesinos, expendedores ambulantes, moto-trabajadores y demás miembros de sectores populares y de personas particulares a quienes les interesa se continúe exigiendo transparencia en las administraciones del sector público.
SEGUIREMOS LUCHANDO Y APORTANDO EN LA CONSTRUCCION DEL CAUCA DE NUESTROS SUEÑOS..EN DONDE SE RESPETEN LOS DERECHOS HUMANOS Y FUNDAMENTALES.
WILSON NARVAEZ VARGAS
DIPUTADO ASAMBLEA DEL CAUCA
martes, 21 de diciembre de 2010
miércoles, 26 de mayo de 2010
COMUNICADO PUBLICO A LOS MINEROS ARTESANALES DE SUAREZ Y A LA CIUDADANIA EN GENERAL
Los recursos naturales y la permanencia en los territorios de comunidades indígenas, afros y campesinas, se ven amenazadas por cuenta de la presencia de intereses en la extracción de minerales, agua y biodiversidad por parte de multinacionales (Anglogold Ashanti) y consorcios nacionales privados; diversos hechos como masacres, amenazas y persecución a líderes en el municipio de Suarez constatan el peligro que se cierne sobre los pobladores de este municipio del Departamento; es necesario activar las alarmas por el riesgo que corren las comunidades dedicadas a la minería artesanal de oro, cuya actividad económica es el único ingreso con el que cuentan las familias, e instar al gobierno departamental y nacional para proteger los derechos.
Con ocasión de las protestas de comunidades afrodesendientes por la arbitraria orden de desalojo de las minas de oro expedido por el juzgado administrativo primero de Popayán, en la que 500 familias están obligadas a abandonar su exigua fuente de ingreso, condenándolas a la pobreza y exclusión; ante estos hechos que afectan directamente a la población, propongo:
• Suspender la diligencia de desalojo, y concertar una agenda entre las comunidades y el gobierno departamental.
• Que el gobierno nacional aplique a cabalidad los artículos 6, 7, y 15 del convenio 169 de la OIT que establece la consulta previa a las comunidades y su participación en decisiones que afecten su proyecto de vida colectivo.
• Realizar una audiencia pública en la Asamblea departamental con la presencia de las comunidades de Suarez, las autoridades nacionales competentes y empresas involucradas; junto con el concejo municipal, secretaria de desarrollo agropecuario y minero, Ingeominas, CRC.
A las comunidades, solidaridad con su justa lucha y compromiso con las acciones y gestión que pueda adelantar en la Duma departamental.
WILSON NARVAEZ VARGAS
DIPUTADO POLO DEMOCRÁTICO
domingo, 21 de febrero de 2010
FALSO POSITIVO O DELITOS DE UN ESTADO
Carta de Miguel Ángel Beltrán :
Preso político, víctima del terrorismo de Estado
Compañeros: He recibido un correo que prueba una vez más que la ultraderecha colombiana y sus aliados a nivel mundial atentan cada más contra quienes pensamos que otra Colombia es Posible. El siguiente es el texto de la carta dirigida por el profesor y compañero Miguel Ángel Beltrán a sus padres, en donde una vez más se prueba la imposición del régimen “uribista” de represión, de acallamiento de las voces de quienes denuncian los atropellos del actual régimen de sangre y fuego. Difundamos esta carta, continuemos la lucha y resistencia en la denuncia, la movilización y la unidad para que tengamos una nueva Colombia.
/WNV.
Noviembre 12 de 2009 | 09:11 AM. | Noticias Por Miguel Ángel Beltrán
Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde. (Bertolt Brecht)
"Carta a mis padres: Miguel Antonio Beltrán y Alba Ruth Villagas
Queridos padres:
Imagino sus caras de sorpresa cuando el viernes pasado (22 de mayo) escucharon decir al comandante de la policía, General Oscar Naranjo, que el Departamento administrativo de Seguridad (DAS) había capturado "al terrorista más peligroso de las FARC" y que se trataba de un profesor universitario que respondía igual que vuestro hijo al nombre de Miguel Ángel Beltrán Villegas.
Supongo que de de no ser por las inquietantes imágenes de televisión, que corroboraban la noticia, donde se me presentaba esposado, con un chaleco antibalas de color negro, un tapabocas y un impresionante dispositivo de seguridad, papá hubiera lanzado una descomunal carcajada, comentando la noticia con su acostumbrado humor negro: "si mi hijo es terrorista, Uribe es la Virgen Santísima".
Pero en este país del Sagrado Corazón de Jesús, donde los mal llamados "falsos positivos" (en realidad verdaderos crímenes de Estado) ejecutados a "sangre fría" son el pan de cada día, todo es posible. Incluso que los noticieros señalen al presidente Álvaro Uribe como el mandatario más popular de América Latina y a mí, como un peligroso terrorista internacional.
Al día siguiente en los calabozos de la SIJIN de Bogotá, un guardia me compartió amablemente un artículo publicado por el diario "El Tiempo" y que parecía un panfleto escrito en los tiempos de la "guerra fría" cuando se decía que "los comunistas comían niños".
En su columna el reportero señalaba que ustedes dos eran guerrilleros y que yo había realizado mis estudios en la extinta Unión Soviética. Esta vez -les confieso- quien no pudo contener la risa fui yo:
"mis padres chusmeros, vaya que chiste tan bueno", imaginaba en medio de la hilaridad que me producía la noticia que si yo era sindicado de ser "alias Cienfuegos" seguramente papá fue conocido como "chispas" y mamá como "pólvora" u otro explosivo nombre de guerra.
Más allá de que la irresponsable aseveración del periodista, puso en grave riesgo la integridad personal de ustedes dado que en este país los ex guerrilleros han sido impunemente asesinados, como lo ilustra la muerte de Guadalupe Salcedo, "Charro Negro", Carlos Toledo Plata, Carlos Pizarro y muchos más, quisiera decirles que secretamente pensé que era un orgullo que en el citado artículo de prensa los señalaran de guerrilleros.
¿Acaso no fueron los ejércitos irregulares patriotas los que derrotaron más de tres siglos de colonialismo español? ¿No fueron los guerrilleros liberales los que enfrentaron las dictaduras civiles conservadoras en los años cuarenta y cincuenta? ¿No ha sido la acción guerrillera la que ha preservado los escasos resquicios de democracia que hoy subsisten en el país?
En Colombia la historia ha demostrado que guerrillero es sinónimo de altruismo, resistencia y dignidad; los Llanos, Chaparral, Villarrica, Marquetalia, Sumapaz y el Guayabero pueden dar fe de ello. Insultante hubiese sido que los llamaran "congresistas "o "asesores presidenciales", ocupación asociada hoy a la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo.
Pero la vida les reservo otros caminos: papá se convirtió en un ex sargento viceprimero de la policía y mi progenitora en una abnegada madre dedicada al cuidado del hogar.
Con la generosidad y entrega de ustedes dos, sobreviviendo con una precaria pensión de policía habitando una casa en "obra negra", que les subsidió el programa de la "Alianza para el Progreso" (y que terminaron de levantar ladrillo a ladrillo), lograron criar, educar y alimentar siete hijos: cinco mujeres y dos hombres.
De tal modo que si alguna profesión ejercieron ustedes -hay que aclararle al periodista- no fue la de guerrilleros sino la de magos e ilusionistas.
Hoy confinado en este pabellón de alta seguridad donde las horas transcurren lenta y monótonamente, resulta inevitable recrear en mi mente esas historias familiares que ahora se anudan en mi garganta como un grito de rebeldía contra toda la injusticia que descarga sobre mí este régimen corrupto y narco paramilitar.
Todavía tengo fresco en mi memoria aquel lejano día, cuando la abuela Sofía me relato, sin derramar tan siquiera una lágrima porque sus ojos estaban secos del sufrimiento, la muerte de Víctor Villegas, mi abuelo materno, quien era dueño de una extensa finca cafetera en el viejo Caldas. Una tarde cualquiera - me contó la abuela- su vida fue segada a machetazos, por el "delito" de ser "cachiporro".
Su cuerpo inerte permaneció tendido varias horas en la plaza del pueblo. Nadie se atrevía a recogerlo por temor a las represalias, pero mi abuela que siempre se distinguió por tener un carácter fuerte, haciendo caso omiso de los ruegos de amigos y vecinos, se dirigió a la plaza del pueblo, recogió el cadáver, lo cargó varios kilómetros y, en una ceremonia casi privada, le dio cristiana sepultura.
Antes que concluyera el relato mis ojos estaban cargados de lágrimas, por eso tal vez la abuela que conocía mi sensibilidad nunca me contó que en el momento de enterrar a su difunto esposo, en su vientre una pequeña de apenas ocho meses de existencia agitaba su cabecita, como preguntándose por qué le privaban la posibilidad de tener un padre que le arrullara en la cuna, la besara en la frente antes de dormirse y la llevara al parque.
Mi tía Yormen - como después bautizaron esta niña - creció así como han crecido millares de colombianos esto es, como hijos del conflicto armado y social que ha azotado al país por décadas.
Fue así como mi imaginación infantil empezó a poblarse con las historias de "La violencia" que salían a relucir, cada vez que llegaba a la casa una visita familiar. Recuerdo que, como éramos niños, nos mandaban a dormir porque se trataba de "una conversación para adultos".
Pero mi curiosidad era más grande y contraviniendo las órdenes paternas, escuché detrás de las escaleras que conducían al segundo piso de nuestra casa, algunas palabras que mucho después cobrarían sentido para mí: "godos", "cachiporros", "pájaros", "chusmeros", "chulavitas", "Gaitán", "sangrenegra", "venganza", "laureanistas" y otros más.
Muy pronto los relatos de hadas encantadas y de príncipes valientes que con sus besos deshacían los maleficios de la bruja malvada, fueron sustituidos por los terroríficos cuentos de la policía chulavita que incursionaba en los pueblos liberales, les cortaba a los hombres el pene y lo colocaban en la boca-
de sus víctimas por los relatos fantásticos de hombres de filiación liberal que eran obligados a caminar descalzos sobre brasas calientes, mientras que a sus mujeres embarazadas les extraían el feto y los ensartaban en la punta de sus bayonetas, exhibiendo con orgullo su preciado trofeo.
Escuchaba estas historias con una mezcla de terror y fascinación y, como era de esperarse, en lo profundo de la noche me resultaba imposible conciliar el sueño.
Entonces acudía donde mi hermana mayor que me arropaba entre sus brazos y acariciándome la cabeza me decía con su dulce voz que me durmiera, que esas historias habían ocurrido hace mucho tiempo por allá en la época de la violencia, pero que ahora todo era diferente "godos" y "cachiporros" convivían juntos y ya no se mataban.
Al escuchar estas palabras una sensación de seguridad invadía todo mi cuerpo y cerraba los ojos agradecidos con la vida por no haber tenido que padecer el horror de aquellos años.
Y así como en mis lecturas infantiles mis simpatías se alineaban con las más débiles (caperucita roja, Blanca Nieves y la Cenicienta) y mis odios con los más crueles ( el lobo, la bruja y la madrastra) en los relatos que escuchaba de ustedes no me fue difícil tomar partido a favor de los "cachiporros".
Es cierto que a mis escasos cinco años no entendía que significaba esta palabra, pero en lo más profundo de mi corazón algo me indicaba que ellos eran los buenos y los "godos" los malos.
En mi lógica infantil hubo sin embargo algo que empezó a inquietarme constantemente, los "chulavitas" eran policías, y éstos a su vez eran "godos", pero ¡vaya horror!, papá era policía.
La preocupación rondaba tanto mi cabeza que un día me llené de valor y cerrando los ojos me atreví a preguntar: ¿papá cuántos cachiporros mató usted? Yo esperaba un severo castigo a mi atrevimiento, pero como única respuesta obtuve una estrepitosa carcajada.
En mi mente infantil esa risotada significaba que había asesinado y descuartizado a miles de liberales. Entonces mi cara se puso seria y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Ante la certeza de algo que ya sospechaba, la imagen del padre ejemplar, del padre cariñoso, del padre bueno estallaba en mil pedazos, como un cristal al estrellarse con el piso.
Cuando estaba a punto de proferir un sollozo papá contestó que en toda su vida no había matado a nadie. Y enseguida me aclaraba ya con el gesto serio -mientras mi corazón volvía al cuerpo- que pese a ser un policía.nunca dejó de ser un liberal gaitanista y que esa filiación-
política la había ocultado siempre, no sólo para proteger su vida sino las de decenas de familias perseguidas por la violencia conservadora; también, para burlar órdenes que consideraba no eran correctas y procurar justicia donde la situación lo requiriese.
A partir de ese día, todo parecía más comprensible y el enredo de ideas que tenía en mi cabeza empezó a clarificarse. Por ejemplo comprendí por qué mamá siendo liberal se había casado con un policía.
Así mismo entendí la diferencia entre un "pájaro" y un "guerrillero" Supe también desde aquella vez que en las filas de la policía había gente "buena", y años después convertido en un activista estudiantil rechacé aquella consigna dogmática tan en boga entre los universitarios, que consideraba que todos los militares eran asesinos.
Sin embargo, la mejor lección que me aportaron estas conversaciones con ustedes y que se hicieron cada vez más frecuentes fue que independientemente de donde estuviera, debía tomar siempre partido a favor de los débiles y manifestar mi indignación contra toda injusticia.
Fue en esos tempranos años de mi vida que empecé a interesarme por la historia política del país y aquella vieja biblioteca de madera, que aún sobrevive en la casa. Se abrió para mí como si se tratase de un tesoro escondido: "Viento seco" de Daniel Caicedo;"Lo que el cielo no perdona" de Fidel Blandón; "Un aspecto de la Violencia" de Alonso Moncada; "13 años de violencia" cuyo autor ya no recuerdo, fueron obras que devoré en cuestión de días.
Sin embargo, el libro que más me impactó fue el de "Las guerrillas del Llano". Su autor, Franco Isaza, había participado en la contienda. Recuerdo que en la biblioteca papá tenía la primera edición impresa en Caracas (Venezuela) y que circuló clandestinamente bajo la dictadura del General Rojas Pinilla, con un prólogo de Plinio Apuleyo Mendoza donde exaltaba "la heroica resistencia guerrillera del partido liberal".
Tendría siete u ocho años cuando lo leí ávidamente en una de esas vacaciones escolares. Con gran crudeza Isaza retrataba allí las sangrientas masacres cometidas por los chulavitas en los poblados de El Llano, pero al mismo tiempo explicaba como los leones llaneros se fueron armando para defender sus vidas y propiedades, primero en alianza con los hacendados liberales y luego en contra de los mismos, que se pusieron al lado de los conservadores.
En las diferentes conversaciones con mi compañero de patio Heli Mejía, más conocido como "Martín Sombra" he recreado estas historias. "Sombra" me cuenta como su madre y sus tías fueron violadas y luego asesinadas por la policía chulavita; y como su padre, poco después corrió la misma suerte:
"Ante el cuerpo agonizante de mi papá -me relata Sombra - juré que moriría como un guerrillero, por eso jamás me amnistié y en 1966 me vinculé a los núcleos iniciales de las FARC".
Sombra es un vivo ejemplo de la continuidad - y a la vez discontinuidad - de la lucha guerrillera en Colombia. Un conflicto que empezó planteándose como un enfrentamiento entre liberales y conservadores, pero que en los años sesenta adquirió claros contenidos de clase, como quedó consignado en el "programa agrario de los guerrilleros" (FARC) y el Manifiesto de Simacota (ELN).
Hace más de un cuarto de siglo que en mi tesis de licenciatura en Ciencias Sociales empecé a investigar este pasado histórico, porque creí ver en él, algunas claves para comprender la actualidad del conflicto armado en Colombia. Fue así que me interesé por estudiar las guerrillas liberales del Llano.
Eran los tiempos del proceso de paz del presidente Belisario Betancur y, desde diferentes sectores del Estado se presionaba para que los combatientes se desmovilizaran y entregaran sus armas. La investigación que realizamos en coautoría con un compañero de estudio, hijo de un exguerrillero liberal;
nos llevó a concluir que los guerrilleros del llano habían sido traicionados por el General Rojas Pinilla quién solicitó a los rebeldes que entregaran sus armas a cambio de promesas de paz que nunca cumplió, contrario a ello muchos fueron judicializados y asesinados.
Por eso en la introducción a nuestro trabajo investigativo señalábamos que la derrota del movimiento guerrillero se convertía en una victoria, porque jamás se volverían a ver filas de insurgentes entregando sus armas a sus verdugos.
Sin embargo, la historia se encargó de desmentir parcialmente aquella afirmación. Años después, los guerrilleros del M-19 haciendo caso omiso de esta lección histórica, entregaron sus armas y muchos de ellos fueron asesinados empezando por su máximo jefe, el comandante Carlos Pizarro León Gómez pese a contar con más de 20 guardaespaldas.
Muy otra fue la suerte de los combatientes de las FARC que se acogieron al proceso de "cese al fuego tregua y paz" se negaron a hacer entrega de las armas y anunciaron al país la formación de un nuevo movimiento político, que se conoció como la Unión Patriótica (UP).
Me vinculé a las filas de la Unión Patriótica desde sus inicios mismos, porque vi en este movimiento amplio, la posibilidad de un cambio democrático por las vía pacíficas. Sus propuestas de reforma política, agraria y social llamaron mi atención, así como su compromiso con la búsqueda de una salida política al conflicto colombiano.
La candidatura del ex magistrado Jaime Pardo Leal colmó todas mis expectativas: su verbo encendido, su tradición de lucha, su capacidad intelectual y su formación académica me convencieron de participar, por primera vez, en una contienda electoral. Pero la oligarquía de este país al ver amenazado sus mezquinos intereses, exterminó a "sangre y fuego" este experimento político.
De pronto empecé a sentir con horror que esas historias de la violencia que ustedes relataban en mis años de infancia, no eran cosas del pasado sino del tiempo presente: cuerpos cortados con motosierra o arrojados como alimento a los cocodrilos, asesinos que jugaban fútbol con las cabezas de sus víctimas, hombres, mujeres y niños descuartizados, poblaciones enteras arrasadas, marchas campesinas acribilladas indiscriminadamente ;
sindicalistas, estudiantes y líderes populares desaparecidos, guerrilleros desmovilizados asesinados impunemente y centenares de fosas comunes repartidas por todo el territorio colombiano.
Así vi desvanecerse el Partido de la "vida y la esperanza" para convertirse en "el partido de la muerte": senadores, representantes a la cámara, concejales, alcaldes populares y militantes de base de la UP, fueron exterminados bárbaramente.
Tengo en mi mente grabado los nombres de Leonardo Posada, Pedro Nel Jiménez, Teófilo Forero, José Antequera, Pedro Luis Valencia, Bernardo Jaramillo, Miller Chacón, Manuel Cepeda y miles de compañeros más que desaparecieron bajo este huracán de muerte desatado desde las altas esferas del poder.
Sin embargo, nadie como la familia Cañón Trujillo encarnó tan trágicamente, el drama de la "guerra sucia", la desaparición forzada, la tortura y el desplazamiento que padecimos los militantes de la Unión Patriótica en aquellos años: el padre, Julio Cañón, alcalde popular de esta colectividad política en el municipio de Vistahermosa, fue asesinado;
dos de sus hijos acribillados (uno de ellos presentado como guerrillero muerto en combate); el tercer hermano desaparecido y, otro más, torturado; mientras que los sobrevivientes - entre ellos Carmen Trujillo, madre cabeza de familia - se vieron forzados a abandonar la región.
El ciclo de exterminio contra la Unión Patriótica alcanzó para mí su punto máximo, cuando un domingo 11 de octubre, cerca de las 4 de la tarde, hace ya 22 años, escuché por radio la terrible noticia del asesinato de mi maestro, amigo y compañero de lucha Jaime Pardo Leal, entonces candidato presidencial de esta organización política.
Aquel día no pude contener mi indignación y, como miles de compatriotas salí a las calles de Bogotá a manifestar mi espontánea protesta por el aleve asesinato de nuestro líder popular que un mes antes había denunciado con nombres propios a los altos mandos militares comprometidos con los crímenes de la Unión Patriótica.
Las barricadas en las calles céntricas de la capital, el apedreamiento de las entidades financieras, la quema de buses y el saqueo de los almacenes me recordaron, inevitablemente, las escenas del 9 de abril de 1948, que ustedes habían vivido y que tantas veces repasé en mis lecturas universitarias.
Para mi desgracia, esa noche terminé encerrado en un frío y oscuro sótano de la estación de la Policía del Ricaurte, donde fui torturado - y estuve a punto de ser desaparecido - por cuenta de un corpulento hombre al que, supe después, sus compañeros le llamaban "Rambo", aludiendo a la rudeza del protagonista de esta cinta gringa.
Por un feliz equívoco del centinela de turno, que me confundió con otro de los detenidos, obtuve milagrosamente mi libertad en las horas de la mañana del día siguiente.
Consciente de la distracción del guardia que seguramente debió ser duramente sancionado salí tembloroso, con el temor de que se dieran cuenta del error antes de cruzar la puerta que daba a la calle; mis piernas apenas si me respondían y mi corazón parecía explotar.
En estas condiciones todavía no me explico cómo llegué hasta la casa, que se encontraba a una hora del sitio donde permanecía detenido.
Recuerdo que ustedes, junto con mis hermanos y hermanas, estaban reunidos en la sala. Papá se hallaba con la oreja pegada al radio, como esperando algún boletín informativo que diera cuenta de mi paradero; mientras que mi mamá junto con mis hermanas, oraba frente a un cuadro del Corazón de Jesús que siempre nos acompañó.
Mi aparición en la sala de la casa fue como la imagen de un Cristo recién resucitado entre los muertos, solo que en lugar de lucir una larga túnica blanca, vestía una camisa y un pantalón completamente destrozados.
Mi cuerpo estaba lacerado por todas partes, mi cabeza amoratada, mis brazos con profundas escoriaciones y mi ojo izquierdo, convertido en un gelatinoso coágulo de sangre.
De los abrazos, las lágrimas y la alegría del reencuentro, muy pronto se pasó a la rabia e indignación por el maltrato que yo había recibido. Ese mismo día papá redactó un memorial escrito a máquina y dirigido al comandante de la estación Ricaurte.
Luego de identificarse como suboficial de las Fuerzas Militares "en uso de buen retiro" se lo entregó a un Mayor que tenía a cargo el comando, no sin antes pronunciarle un largo discurso, donde le recordaba que la función de la policía era defender la integridad de la población civil y no atropellarla;
que en sus más de veinte años de servicio jamás había actuado en contra de ella, pese a haber vivido los duros años de la violencia para luego concluir su alegato diciendo: "ahora si entiendo por qué los mata la guerrilla!!"
Con mis hermanos y mi madre pensamos que a Papá lo iban a dejar allí y que terminaría reemplazando mi lugar en el calabozo, pero contrario a ello, el oficial de la policía lo escuchó atentamente y con su silencio pareció darle toda la razón. Cuando Papá regresó a casa - feliz por la catarsis hecha - todos soltamos la respiración que hasta entonces teníamos contenida.
Después de este bárbaro episodio, estuve varios días muerto del pánico, esperando que en una esquina cualquiera apareciera "Rambo", montado en su moto y dispuesto a concluir su bestial tarea.
Por fortuna, esto nunca sucedió y venciendo mis miedos interiores asistí al sepelio de Jaime Pardo Leal y de muchos compañeros más. Sentíamos para entonces - como en aquel famoso tango de Gardel - que era "un soplo la vida". Así, tal vez sin darnos cuenta, pasó algo terrible, algo que jamás debió suceder: ante lo efímero de la vida nos enamoramos de la certeza de la muerte.
Reíamos, bailábamos, soñábamos y nos acostábamos con ella. Cada día, cada minuto y cada segundo que vivíamos intensamente era un instante que le hurtábamos a la muerte. No hacíamos juramentos de amor, no prometíamos estrellas azules pero estábamos dispuestos a darlo todo, porque la vida no nos pertenecía y en cualquier momento llegaría la bala asesina.
Empezamos entonces a rendirle un culto religioso a Thanathos. Nuestros sueños, nuestras palabras, nuestros silencios, nuestros versos y hasta nuestras consignas estaban impregnadas de un hálito de muerte: "los muertos no se lloran - solíamos gritar en las marchas - se levantan sus banderas y la lucha continúa".
Sin embargo, en secreto llorábamos sus ausencias y lamentábamos la oscura desgracia de estar sin ellos. Uno de nuestros juegos predilectos era relatar cuál sería nuestra última voluntad: "Yo deseo que mi cadáver lo incineren y las cenizas las lancen al rio Magdalena" - decía alguien -;
"yo prefiero en cambio que mi cuerpo lo sepulten bajo tierra y sobre él planten un árbol que crezca hasta el infinito" - intervenía otra voz; mi deseo postrero era que durante mis honras fúnebres cantaran la "canción del elegido", que iniciaba así:
"siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí; pero mi historia es distinta, no voy a hablarles de un hombre común, haré la historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia;
es una historia que tiene que ver con el curso de la vía láctea. Es una historia enterrada, es sobre un ser de la nada [.]. Su letra me recordaba una de mis lecturas preferidas cuando era niño: "El Principito".
El culto a la muerte lo acompañamos de un total cinismo para encarar la misma:
¿Y el compañero qué medidas ha tomado para hacerle frente a la muerte ? - preguntaba alguien ingenuamente- . "Las del ataúd, por supuesto", contestaba el aludido, sarcásticamente.
En otra ocasiones cuando alguien comentaba que un amigo nuestro se había convertido en un cuadro político nacional, no faltaba quien anotara con ironía "es cierto, pero si se descuida en poco tiempo se convertirá en un cuadro en la pared ".
No le faltaba razón porque las sedes de la UP estaban llenas de cuadros de dirigentes de la UP que fueron asesinados. Con el tiempo estos cuadros se fueron poblando de la imagen borrosa de centenares de amigos y amigas que nos dejaron y de los cuales solo quedó su recuerdo en la mente de aquellos que compartimos sus ideales, sus luchas y sus batallas, y que, pese a ello, sobrevivimos a esa barbarie.
Sí, Yo fui uno de sus sobrevivientes. No me explico ¿cómo? Ni ¿por qué? "las ánimas benditas" diría mi abuela Sofía, las mismas que la resguardaron de los "godos "cuando con ocho meses de embarazo, cargo el cuerpo ensangrentado de su esposo;
las mismas que en medio de la chulavitada protegieron la vida de ustedes, unos liberales de cepa; las mismas que las escoltaron cuando tuvieron que abandonar la finca cafetera y radicarse en Bogotá para escapar del terror de "los pájaros".
Claro, también pagué mi precio, sin embargo nada comparable con la entrega de la vida. En varias ocasiones fui golpeado y torturado por la policía y la última de estas veces - hace más de veinte años - permanecí preso en esta misma cárcel durante dos largos meses, pero la verdad se impuso y el juez declaró mi inocencia.
Recuerdo que en esa oportunidad varios universitarios fueron golpeados y detenidos conmigo, y mamá con llanto en los ojos, aunque con un poco de alivio me dijo: " mijo, gracias a Dios que a usted no le hicieron lo de ese pobre muchacho que lo arrastraron por el suelo, jalándolo del pelo, lo subieron a una camioneta y le rompieron un casco en la cabeza?
Como habrá sufrido su angustiada madre!. Yo apenas asentí con mi magullada testa, pero jamás me atreví a contar que "ese pobre muchacho" había sido yo.
Pero toda experiencia por difícil que sea siempre aporta lecciones positivas y, para ustedes, este doloroso episodio les dejó en claro que ya en esos años, liberales y conservadores actuaban con la misma inquina contra la oposición o ¿ acaso este genocidio y persecución contra la Unión Patriótica no estaba ocurriendo bajo el régimen "liberal" de Virgilio Barco que-
ustedes habían respaldado en las urnas?, con cierta resignación tuvieron que admitir que la política, ya no era como en el pasado, un asunto entre "godos" y "cachiporros" - aliados por el pacto del Frente Nacional- sino como en su momento lo señaló Gaitán: un enfrentamiento del país Nacional contra las oligarquías plutocráticas incrustadas en los dos partidos tradicionales; porque "el hambre no es liberal ni conservadora".
Desde entonces, optaron por apoyar los candidatos de la izquierda. Y dramáticamente la historia parecía repetirse. Así como los gaitanistas que sobrevivieron a la violencia de los años 40, organizaron los primero núcleos de resistencia armada para defender su vida y la de sus familias, muchos sobrevivientes de la Unión Patriótica no tuvieron otra alternativa que enmontarse.
Ricardo Palmera, hoy conocido como "Simón Trinidad," ilustra claramente esta parábola de vida, como lo registra el periodista Jorge Enrique Botero en su libro: "Simón Trinidad. El hombre de Hierro".
Aunque en ese momento entendí que la guerrilla constituía el único camino que el sistema dejaba para aquellos que mantenían sus ideales de lucha por una sociedad más justa, nunca me atreví a dar semejante paso, aunque siempre miré con respeto y admiración a aquellos que lo hicieron.
Tres motivos tuve para no hacerlo: En primer lugar, papá que toda su vida portó una pistola con salvoconducto, hasta que tuvo que empeñarla para solventar una crisis económica familiar, nos inculcó el respeto por las armas -"ojala nunca tengan que utilizarlas"- nos decía frecuentemente.
Coherente con este pensamiento, una noche en que sorprendió robando en la sala de la casa a dos hombres, papá hizo un disparo al aire, como dándole tiempo a que escaparan. Nosotros preguntamos ¿Por qué no los había herido si la ley lo amparaba? "Porque no era necesario - dijiste - es posible que hayan sido vecinos seguramente tendrán hijos bajó su cuidado.
Que no merecen quedar huérfanos". Capté el mensaje inmediatamente, pese a que durante años lamenté que aquellos hombres se hubiesen llevado un tomo de mi Manual de Historia de Colombia.
En segundo lugar, no tomé el camino de la lucha armada, porque mi constitución física siempre fue frágil. Mis amigos decían burlonamente que a mí solo me daban dos gripas en el año y que cada una duraba seis meses.
Por eso entiendo su preocupación cuando en las imágenes de mi detención me presentaron esposado y cubierto con un tapabocas. Ustedes como muchos debieron pensar que como venía de México portaba el virus AH1N1.
De tenerlo, hubiese muerto irremediablemente porque las autoridades colombianas en su afán de "legalizar mi captura" se negaron a practicarme una prueba de laboratorio ( en este país se necesita ser Presidente o Ministro para recibir atención médica inmediata).
En tercer lugar nunca pensé ser guerrillero porque desde niño mi pasión eran los libros, no las armas. El dinero que recibía de mis onces y mis tíos lo ahorraba para después invertirlo en libros.
Papá decía que cuando grande yo sería "catedrático", no sabía qué cosa era eso, pero me entusiasmaba la idea de ganarme la vida siendo una enciclopedia ambulante , como los "catedráticos "Abelardo Forero Benavides y Ramón de Zubiría; mamá en cambio me miraba con ojos de admiración y extrañeza: le preocupaba que no saliera a la calle a jugar con los otros niños y que prefiriera quedarme en la terraza leyendo todo el día.
Con el tiempo los viajes, las vivencias en otras ciudades de fuera y dentro del país, y la condición de ser padre enriquecieron mis lecturas. Pero en medio de todas estas experiencias, la pluma y el pensamiento fueron las únicas armas que aprendí a manejar.
Convertido en científico social, y comprometido con la verdad, no he dejado de utilizar estas armas para pensar la realidad de este país; para denunciar los crímenes de Estado; para desnudar las alianzas de las elites gobernantes con el narcotráfico; para develar la naturaleza "terrorista" del estado que exterminó a más de cinco mil militantes de la Unión Patriótica y a millares de líderes de la oposición.
En una palabra, para descubrir los horrores de este conflicto armado y social que el presidente Uribe quiere negar, a través de su mal llamada "Seguridad Democrática" calificando de "terrorista" la resistencia política y social del pueblo colombiano y la actividad de académicos que queremos investigar esta realidad.
De José Martí aprendí que "trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras", por eso mis únicos campos de batalla han sido las aulas universitarias en las cuales han transcurrido las dos terceras partes de mi vida.
En la Universidad Distrital y Nacional y no en la Unión Soviética curse simultáneamente mis estudios de pregrado. Ustedes lo saben mejor que nadie, por los grandes esfuerzos económicos que realizaron para que yo pudiese mantener ese privilegio.
Reunir el dinero para los pasajes del bus; comprar las fotocopias (porque los libros era imposible) constituía una lucha del día a día, que pudimos sortear con éxito gracias, también, a la ayuda de mis hermanas mayores que, a diferencia mía, tuvieron que trabajar para pagar sus estudios profesionales.
Jamás estuve en la Unión Soviética ni como estudiante ni como visitante y desafortunadamente ya no podré hacerlo, porque la URSS desapareció hace ya casi dos décadas. Sin embargo, siempre he mantenido una profunda admiración la Revolución de Octubre, antes que las prácticas estalinistas y burocráticas la pervirtieran.
Pero mis preocupaciones por América Latina me llevaron a México, donde pude cursar una maestría gracias a una beca que me otorgó la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) tras una rigurosa selección entre profesionales egresados de las más reconocidas universidades del país.
Al concluir estos estudios opté por seguir con un doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); nunca pagué un peso por concepto de matrícula, porque en México la educación pública es gratuita. Ese fue uno de los grandes logros de la revolución mexicana que el próximo año conmemora su primer centenario.
Pese a estos beneficios, fueron tiempos difíciles, mi hijo, Ernesto, estaba de brazos, pero con su madre sobrevivíamos a punta de tortilla y de los escasos subsidios que aún mantenía el Estado mexicano. Por eso, aunque hoy el gobierno de Felipe Calderón (cuya elección estuvo signada por el fraude electoral)-
haya echado por la borda, con mi deportación, una larga tradición diplomática de independencia y solidaridad con la lucha de los pueblos latinoamericanos, mantengo mi sentido de gratitud con mis hermanos Mexicanos, de ellos siempre he recibido solidaridad y hospitalidad.
En la UNAM tuve la oportunidad no solo de obtener un Doctorado - cuya tesis recibió mención honorífica - sino de conocer centenares de investigadores comprometidos con un proyecto de sociedad más justa y equitativa, y que enriquecieron mi perspectiva latinoamericana.
Algunos como René Zavaleta Mercado, Ruy Mauro Marini, Sergio Bagú y Agustín Cueva, ya no están con nosotros; otros siguen activos y han sido para mí un ejemplo de militancia con la verdad y el pensamiento crítico.
Por eso cuando el Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), espacio por excelencia de esta producción académica crítica, me brindó la posibilidad de realizar una estancia postdoctoral, no dudé en aceptar la invitación y a través de la Universidad tramité una comisión de estudios.
Claro, también hubo otros factores que precipitaron mi decisión: desde hacía varios meses estaba siendo víctima de persecuciones y hostigamientos por parte de los organismos de seguridad del Estado. De ningún modo quise que ustedes se enteraran de esta situación. No quería generarles más preocupaciones.
Tampoco se lo dije a mis estudiantes y solo conversé acerca de mi situación con un par de colegas que me brindaron su total apoyo. Por eso mi viaje fue repentino y discreto a la vez.
En el momento en el que fui arbitrariamente privado de la libertad por las autoridades migratorias mexicanas, me encontraba concluyendo esta estancia postdoctoral. No estaba reclutando milicianos ni organizando células terroristas.
Es posible que los gobiernos de Felipe Calderón y Álvaro Uribe, consideren que formar una conciencia crítica y adelantar investigaciones sobre la historia política de México y Colombia sea una "actividad terrorista". Desde el 11 de septiembre los sectores de ultraderecha han recurrido al pretexto del "terrorismo" para perseguir no solo a los movimientos de oposición sino también a los intelectuales críticos.
Mi vida ha estado estrechamente ligada a la actividad académica en la universidad pública, desde hace tres décadas, cuando me vinculé a ella, primero como estudiante y posteriormente como docente: La Universidad Distrital, La Universidad de Cundinamarca,
La Universidad del Cauca, La Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional pueden dar fe de ello. Por eso puedo decir que la persecución de la que hoy soy víctima no solo una persecución contra mí sino contra la universidad pública en su conjunto.
Querido padres, traicionaría vuestro legado y el de mis maestros - entre ellos el de Jaime Pardo Leal, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna - si ante las amenazas de un fiscal, que promete confinarme más de 40 años en esta cárcel, por los delitos de "concierto para delinquir con fines terroristas", "rebelión" y "financiamiento de grupos terroristas", me retractara de las ideas de justicia que he defendido en mis cátedras, en los diferentes foros públicos y en mis escritos.
Traicionaría también a mis estudiantes, a mis amigos (as) y al pueblo colombiano, si claudico ante las presiones de un gobierno narcoparamilitar. Sé que millares de manos se han unido para defender la libertad de pensamiento, se que miles de voces se han juntado para lanzar un grito de justicia;
se que más temprano que tarde, los cambios que reclama este país se abrirán camino, y los opresores de hoy estarán mañana arrodillados implorando clemencia ante el tribunal de la historia.
Queridos padres, solo quisiera que la vida les regalara unos años más de existencia para ver florecer en nuestro territorio, una nueva Colombia, donde los niños no tengan que llorar la ausencia de sus padres muertos en la guerra;
donde el campesino tenga un pedazo de tierra y ayuda técnica para trabajarla; donde la educación, la salud y la vivienda sean un derecho prioritario y no el privilegio de unos pocos; donde los que ejercemos el pensamiento crítico no seamos tratados como terroristas.
Mis queridos viejos, pueden sentirse felices de que su hijo esté hoy sentado en el estrado de los acusados no por asesino y corrupto, sino por defender los ideales de justicia y libertad que ustedes me inculcaron de niño y que llevo en mi corazón como el más preciado tesoro que me ha regalado la vida.
Por eso, si este tribunal que hoy me juzga me llegase a condenar, asumiré con firmeza y dignidad su fallo, porque me anima la convicción de miles de hombres y mujeres que soñamos con "otra Colombia posible".
Abrazos fraternales, su hijo
Miguel Ángel Beltrán Villegas
Cárcel Nacional "Modelo"
Pabellón de "Alta Seguridad"
Preso político, víctima del terrorismo de Estado
Compañeros: He recibido un correo que prueba una vez más que la ultraderecha colombiana y sus aliados a nivel mundial atentan cada más contra quienes pensamos que otra Colombia es Posible. El siguiente es el texto de la carta dirigida por el profesor y compañero Miguel Ángel Beltrán a sus padres, en donde una vez más se prueba la imposición del régimen “uribista” de represión, de acallamiento de las voces de quienes denuncian los atropellos del actual régimen de sangre y fuego. Difundamos esta carta, continuemos la lucha y resistencia en la denuncia, la movilización y la unidad para que tengamos una nueva Colombia.
/WNV.
Noviembre 12 de 2009 | 09:11 AM. | Noticias Por Miguel Ángel Beltrán
Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde. (Bertolt Brecht)
"Carta a mis padres: Miguel Antonio Beltrán y Alba Ruth Villagas
Queridos padres:
Imagino sus caras de sorpresa cuando el viernes pasado (22 de mayo) escucharon decir al comandante de la policía, General Oscar Naranjo, que el Departamento administrativo de Seguridad (DAS) había capturado "al terrorista más peligroso de las FARC" y que se trataba de un profesor universitario que respondía igual que vuestro hijo al nombre de Miguel Ángel Beltrán Villegas.
Supongo que de de no ser por las inquietantes imágenes de televisión, que corroboraban la noticia, donde se me presentaba esposado, con un chaleco antibalas de color negro, un tapabocas y un impresionante dispositivo de seguridad, papá hubiera lanzado una descomunal carcajada, comentando la noticia con su acostumbrado humor negro: "si mi hijo es terrorista, Uribe es la Virgen Santísima".
Pero en este país del Sagrado Corazón de Jesús, donde los mal llamados "falsos positivos" (en realidad verdaderos crímenes de Estado) ejecutados a "sangre fría" son el pan de cada día, todo es posible. Incluso que los noticieros señalen al presidente Álvaro Uribe como el mandatario más popular de América Latina y a mí, como un peligroso terrorista internacional.
Al día siguiente en los calabozos de la SIJIN de Bogotá, un guardia me compartió amablemente un artículo publicado por el diario "El Tiempo" y que parecía un panfleto escrito en los tiempos de la "guerra fría" cuando se decía que "los comunistas comían niños".
En su columna el reportero señalaba que ustedes dos eran guerrilleros y que yo había realizado mis estudios en la extinta Unión Soviética. Esta vez -les confieso- quien no pudo contener la risa fui yo:
"mis padres chusmeros, vaya que chiste tan bueno", imaginaba en medio de la hilaridad que me producía la noticia que si yo era sindicado de ser "alias Cienfuegos" seguramente papá fue conocido como "chispas" y mamá como "pólvora" u otro explosivo nombre de guerra.
Más allá de que la irresponsable aseveración del periodista, puso en grave riesgo la integridad personal de ustedes dado que en este país los ex guerrilleros han sido impunemente asesinados, como lo ilustra la muerte de Guadalupe Salcedo, "Charro Negro", Carlos Toledo Plata, Carlos Pizarro y muchos más, quisiera decirles que secretamente pensé que era un orgullo que en el citado artículo de prensa los señalaran de guerrilleros.
¿Acaso no fueron los ejércitos irregulares patriotas los que derrotaron más de tres siglos de colonialismo español? ¿No fueron los guerrilleros liberales los que enfrentaron las dictaduras civiles conservadoras en los años cuarenta y cincuenta? ¿No ha sido la acción guerrillera la que ha preservado los escasos resquicios de democracia que hoy subsisten en el país?
En Colombia la historia ha demostrado que guerrillero es sinónimo de altruismo, resistencia y dignidad; los Llanos, Chaparral, Villarrica, Marquetalia, Sumapaz y el Guayabero pueden dar fe de ello. Insultante hubiese sido que los llamaran "congresistas "o "asesores presidenciales", ocupación asociada hoy a la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo.
Pero la vida les reservo otros caminos: papá se convirtió en un ex sargento viceprimero de la policía y mi progenitora en una abnegada madre dedicada al cuidado del hogar.
Con la generosidad y entrega de ustedes dos, sobreviviendo con una precaria pensión de policía habitando una casa en "obra negra", que les subsidió el programa de la "Alianza para el Progreso" (y que terminaron de levantar ladrillo a ladrillo), lograron criar, educar y alimentar siete hijos: cinco mujeres y dos hombres.
De tal modo que si alguna profesión ejercieron ustedes -hay que aclararle al periodista- no fue la de guerrilleros sino la de magos e ilusionistas.
Hoy confinado en este pabellón de alta seguridad donde las horas transcurren lenta y monótonamente, resulta inevitable recrear en mi mente esas historias familiares que ahora se anudan en mi garganta como un grito de rebeldía contra toda la injusticia que descarga sobre mí este régimen corrupto y narco paramilitar.
Todavía tengo fresco en mi memoria aquel lejano día, cuando la abuela Sofía me relato, sin derramar tan siquiera una lágrima porque sus ojos estaban secos del sufrimiento, la muerte de Víctor Villegas, mi abuelo materno, quien era dueño de una extensa finca cafetera en el viejo Caldas. Una tarde cualquiera - me contó la abuela- su vida fue segada a machetazos, por el "delito" de ser "cachiporro".
Su cuerpo inerte permaneció tendido varias horas en la plaza del pueblo. Nadie se atrevía a recogerlo por temor a las represalias, pero mi abuela que siempre se distinguió por tener un carácter fuerte, haciendo caso omiso de los ruegos de amigos y vecinos, se dirigió a la plaza del pueblo, recogió el cadáver, lo cargó varios kilómetros y, en una ceremonia casi privada, le dio cristiana sepultura.
Antes que concluyera el relato mis ojos estaban cargados de lágrimas, por eso tal vez la abuela que conocía mi sensibilidad nunca me contó que en el momento de enterrar a su difunto esposo, en su vientre una pequeña de apenas ocho meses de existencia agitaba su cabecita, como preguntándose por qué le privaban la posibilidad de tener un padre que le arrullara en la cuna, la besara en la frente antes de dormirse y la llevara al parque.
Mi tía Yormen - como después bautizaron esta niña - creció así como han crecido millares de colombianos esto es, como hijos del conflicto armado y social que ha azotado al país por décadas.
Fue así como mi imaginación infantil empezó a poblarse con las historias de "La violencia" que salían a relucir, cada vez que llegaba a la casa una visita familiar. Recuerdo que, como éramos niños, nos mandaban a dormir porque se trataba de "una conversación para adultos".
Pero mi curiosidad era más grande y contraviniendo las órdenes paternas, escuché detrás de las escaleras que conducían al segundo piso de nuestra casa, algunas palabras que mucho después cobrarían sentido para mí: "godos", "cachiporros", "pájaros", "chusmeros", "chulavitas", "Gaitán", "sangrenegra", "venganza", "laureanistas" y otros más.
Muy pronto los relatos de hadas encantadas y de príncipes valientes que con sus besos deshacían los maleficios de la bruja malvada, fueron sustituidos por los terroríficos cuentos de la policía chulavita que incursionaba en los pueblos liberales, les cortaba a los hombres el pene y lo colocaban en la boca-
de sus víctimas por los relatos fantásticos de hombres de filiación liberal que eran obligados a caminar descalzos sobre brasas calientes, mientras que a sus mujeres embarazadas les extraían el feto y los ensartaban en la punta de sus bayonetas, exhibiendo con orgullo su preciado trofeo.
Escuchaba estas historias con una mezcla de terror y fascinación y, como era de esperarse, en lo profundo de la noche me resultaba imposible conciliar el sueño.
Entonces acudía donde mi hermana mayor que me arropaba entre sus brazos y acariciándome la cabeza me decía con su dulce voz que me durmiera, que esas historias habían ocurrido hace mucho tiempo por allá en la época de la violencia, pero que ahora todo era diferente "godos" y "cachiporros" convivían juntos y ya no se mataban.
Al escuchar estas palabras una sensación de seguridad invadía todo mi cuerpo y cerraba los ojos agradecidos con la vida por no haber tenido que padecer el horror de aquellos años.
Y así como en mis lecturas infantiles mis simpatías se alineaban con las más débiles (caperucita roja, Blanca Nieves y la Cenicienta) y mis odios con los más crueles ( el lobo, la bruja y la madrastra) en los relatos que escuchaba de ustedes no me fue difícil tomar partido a favor de los "cachiporros".
Es cierto que a mis escasos cinco años no entendía que significaba esta palabra, pero en lo más profundo de mi corazón algo me indicaba que ellos eran los buenos y los "godos" los malos.
En mi lógica infantil hubo sin embargo algo que empezó a inquietarme constantemente, los "chulavitas" eran policías, y éstos a su vez eran "godos", pero ¡vaya horror!, papá era policía.
La preocupación rondaba tanto mi cabeza que un día me llené de valor y cerrando los ojos me atreví a preguntar: ¿papá cuántos cachiporros mató usted? Yo esperaba un severo castigo a mi atrevimiento, pero como única respuesta obtuve una estrepitosa carcajada.
En mi mente infantil esa risotada significaba que había asesinado y descuartizado a miles de liberales. Entonces mi cara se puso seria y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Ante la certeza de algo que ya sospechaba, la imagen del padre ejemplar, del padre cariñoso, del padre bueno estallaba en mil pedazos, como un cristal al estrellarse con el piso.
Cuando estaba a punto de proferir un sollozo papá contestó que en toda su vida no había matado a nadie. Y enseguida me aclaraba ya con el gesto serio -mientras mi corazón volvía al cuerpo- que pese a ser un policía.nunca dejó de ser un liberal gaitanista y que esa filiación-
política la había ocultado siempre, no sólo para proteger su vida sino las de decenas de familias perseguidas por la violencia conservadora; también, para burlar órdenes que consideraba no eran correctas y procurar justicia donde la situación lo requiriese.
A partir de ese día, todo parecía más comprensible y el enredo de ideas que tenía en mi cabeza empezó a clarificarse. Por ejemplo comprendí por qué mamá siendo liberal se había casado con un policía.
Así mismo entendí la diferencia entre un "pájaro" y un "guerrillero" Supe también desde aquella vez que en las filas de la policía había gente "buena", y años después convertido en un activista estudiantil rechacé aquella consigna dogmática tan en boga entre los universitarios, que consideraba que todos los militares eran asesinos.
Sin embargo, la mejor lección que me aportaron estas conversaciones con ustedes y que se hicieron cada vez más frecuentes fue que independientemente de donde estuviera, debía tomar siempre partido a favor de los débiles y manifestar mi indignación contra toda injusticia.
Fue en esos tempranos años de mi vida que empecé a interesarme por la historia política del país y aquella vieja biblioteca de madera, que aún sobrevive en la casa. Se abrió para mí como si se tratase de un tesoro escondido: "Viento seco" de Daniel Caicedo;"Lo que el cielo no perdona" de Fidel Blandón; "Un aspecto de la Violencia" de Alonso Moncada; "13 años de violencia" cuyo autor ya no recuerdo, fueron obras que devoré en cuestión de días.
Sin embargo, el libro que más me impactó fue el de "Las guerrillas del Llano". Su autor, Franco Isaza, había participado en la contienda. Recuerdo que en la biblioteca papá tenía la primera edición impresa en Caracas (Venezuela) y que circuló clandestinamente bajo la dictadura del General Rojas Pinilla, con un prólogo de Plinio Apuleyo Mendoza donde exaltaba "la heroica resistencia guerrillera del partido liberal".
Tendría siete u ocho años cuando lo leí ávidamente en una de esas vacaciones escolares. Con gran crudeza Isaza retrataba allí las sangrientas masacres cometidas por los chulavitas en los poblados de El Llano, pero al mismo tiempo explicaba como los leones llaneros se fueron armando para defender sus vidas y propiedades, primero en alianza con los hacendados liberales y luego en contra de los mismos, que se pusieron al lado de los conservadores.
En las diferentes conversaciones con mi compañero de patio Heli Mejía, más conocido como "Martín Sombra" he recreado estas historias. "Sombra" me cuenta como su madre y sus tías fueron violadas y luego asesinadas por la policía chulavita; y como su padre, poco después corrió la misma suerte:
"Ante el cuerpo agonizante de mi papá -me relata Sombra - juré que moriría como un guerrillero, por eso jamás me amnistié y en 1966 me vinculé a los núcleos iniciales de las FARC".
Sombra es un vivo ejemplo de la continuidad - y a la vez discontinuidad - de la lucha guerrillera en Colombia. Un conflicto que empezó planteándose como un enfrentamiento entre liberales y conservadores, pero que en los años sesenta adquirió claros contenidos de clase, como quedó consignado en el "programa agrario de los guerrilleros" (FARC) y el Manifiesto de Simacota (ELN).
Hace más de un cuarto de siglo que en mi tesis de licenciatura en Ciencias Sociales empecé a investigar este pasado histórico, porque creí ver en él, algunas claves para comprender la actualidad del conflicto armado en Colombia. Fue así que me interesé por estudiar las guerrillas liberales del Llano.
Eran los tiempos del proceso de paz del presidente Belisario Betancur y, desde diferentes sectores del Estado se presionaba para que los combatientes se desmovilizaran y entregaran sus armas. La investigación que realizamos en coautoría con un compañero de estudio, hijo de un exguerrillero liberal;
nos llevó a concluir que los guerrilleros del llano habían sido traicionados por el General Rojas Pinilla quién solicitó a los rebeldes que entregaran sus armas a cambio de promesas de paz que nunca cumplió, contrario a ello muchos fueron judicializados y asesinados.
Por eso en la introducción a nuestro trabajo investigativo señalábamos que la derrota del movimiento guerrillero se convertía en una victoria, porque jamás se volverían a ver filas de insurgentes entregando sus armas a sus verdugos.
Sin embargo, la historia se encargó de desmentir parcialmente aquella afirmación. Años después, los guerrilleros del M-19 haciendo caso omiso de esta lección histórica, entregaron sus armas y muchos de ellos fueron asesinados empezando por su máximo jefe, el comandante Carlos Pizarro León Gómez pese a contar con más de 20 guardaespaldas.
Muy otra fue la suerte de los combatientes de las FARC que se acogieron al proceso de "cese al fuego tregua y paz" se negaron a hacer entrega de las armas y anunciaron al país la formación de un nuevo movimiento político, que se conoció como la Unión Patriótica (UP).
Me vinculé a las filas de la Unión Patriótica desde sus inicios mismos, porque vi en este movimiento amplio, la posibilidad de un cambio democrático por las vía pacíficas. Sus propuestas de reforma política, agraria y social llamaron mi atención, así como su compromiso con la búsqueda de una salida política al conflicto colombiano.
La candidatura del ex magistrado Jaime Pardo Leal colmó todas mis expectativas: su verbo encendido, su tradición de lucha, su capacidad intelectual y su formación académica me convencieron de participar, por primera vez, en una contienda electoral. Pero la oligarquía de este país al ver amenazado sus mezquinos intereses, exterminó a "sangre y fuego" este experimento político.
De pronto empecé a sentir con horror que esas historias de la violencia que ustedes relataban en mis años de infancia, no eran cosas del pasado sino del tiempo presente: cuerpos cortados con motosierra o arrojados como alimento a los cocodrilos, asesinos que jugaban fútbol con las cabezas de sus víctimas, hombres, mujeres y niños descuartizados, poblaciones enteras arrasadas, marchas campesinas acribilladas indiscriminadamente ;
sindicalistas, estudiantes y líderes populares desaparecidos, guerrilleros desmovilizados asesinados impunemente y centenares de fosas comunes repartidas por todo el territorio colombiano.
Así vi desvanecerse el Partido de la "vida y la esperanza" para convertirse en "el partido de la muerte": senadores, representantes a la cámara, concejales, alcaldes populares y militantes de base de la UP, fueron exterminados bárbaramente.
Tengo en mi mente grabado los nombres de Leonardo Posada, Pedro Nel Jiménez, Teófilo Forero, José Antequera, Pedro Luis Valencia, Bernardo Jaramillo, Miller Chacón, Manuel Cepeda y miles de compañeros más que desaparecieron bajo este huracán de muerte desatado desde las altas esferas del poder.
Sin embargo, nadie como la familia Cañón Trujillo encarnó tan trágicamente, el drama de la "guerra sucia", la desaparición forzada, la tortura y el desplazamiento que padecimos los militantes de la Unión Patriótica en aquellos años: el padre, Julio Cañón, alcalde popular de esta colectividad política en el municipio de Vistahermosa, fue asesinado;
dos de sus hijos acribillados (uno de ellos presentado como guerrillero muerto en combate); el tercer hermano desaparecido y, otro más, torturado; mientras que los sobrevivientes - entre ellos Carmen Trujillo, madre cabeza de familia - se vieron forzados a abandonar la región.
El ciclo de exterminio contra la Unión Patriótica alcanzó para mí su punto máximo, cuando un domingo 11 de octubre, cerca de las 4 de la tarde, hace ya 22 años, escuché por radio la terrible noticia del asesinato de mi maestro, amigo y compañero de lucha Jaime Pardo Leal, entonces candidato presidencial de esta organización política.
Aquel día no pude contener mi indignación y, como miles de compatriotas salí a las calles de Bogotá a manifestar mi espontánea protesta por el aleve asesinato de nuestro líder popular que un mes antes había denunciado con nombres propios a los altos mandos militares comprometidos con los crímenes de la Unión Patriótica.
Las barricadas en las calles céntricas de la capital, el apedreamiento de las entidades financieras, la quema de buses y el saqueo de los almacenes me recordaron, inevitablemente, las escenas del 9 de abril de 1948, que ustedes habían vivido y que tantas veces repasé en mis lecturas universitarias.
Para mi desgracia, esa noche terminé encerrado en un frío y oscuro sótano de la estación de la Policía del Ricaurte, donde fui torturado - y estuve a punto de ser desaparecido - por cuenta de un corpulento hombre al que, supe después, sus compañeros le llamaban "Rambo", aludiendo a la rudeza del protagonista de esta cinta gringa.
Por un feliz equívoco del centinela de turno, que me confundió con otro de los detenidos, obtuve milagrosamente mi libertad en las horas de la mañana del día siguiente.
Consciente de la distracción del guardia que seguramente debió ser duramente sancionado salí tembloroso, con el temor de que se dieran cuenta del error antes de cruzar la puerta que daba a la calle; mis piernas apenas si me respondían y mi corazón parecía explotar.
En estas condiciones todavía no me explico cómo llegué hasta la casa, que se encontraba a una hora del sitio donde permanecía detenido.
Recuerdo que ustedes, junto con mis hermanos y hermanas, estaban reunidos en la sala. Papá se hallaba con la oreja pegada al radio, como esperando algún boletín informativo que diera cuenta de mi paradero; mientras que mi mamá junto con mis hermanas, oraba frente a un cuadro del Corazón de Jesús que siempre nos acompañó.
Mi aparición en la sala de la casa fue como la imagen de un Cristo recién resucitado entre los muertos, solo que en lugar de lucir una larga túnica blanca, vestía una camisa y un pantalón completamente destrozados.
Mi cuerpo estaba lacerado por todas partes, mi cabeza amoratada, mis brazos con profundas escoriaciones y mi ojo izquierdo, convertido en un gelatinoso coágulo de sangre.
De los abrazos, las lágrimas y la alegría del reencuentro, muy pronto se pasó a la rabia e indignación por el maltrato que yo había recibido. Ese mismo día papá redactó un memorial escrito a máquina y dirigido al comandante de la estación Ricaurte.
Luego de identificarse como suboficial de las Fuerzas Militares "en uso de buen retiro" se lo entregó a un Mayor que tenía a cargo el comando, no sin antes pronunciarle un largo discurso, donde le recordaba que la función de la policía era defender la integridad de la población civil y no atropellarla;
que en sus más de veinte años de servicio jamás había actuado en contra de ella, pese a haber vivido los duros años de la violencia para luego concluir su alegato diciendo: "ahora si entiendo por qué los mata la guerrilla!!"
Con mis hermanos y mi madre pensamos que a Papá lo iban a dejar allí y que terminaría reemplazando mi lugar en el calabozo, pero contrario a ello, el oficial de la policía lo escuchó atentamente y con su silencio pareció darle toda la razón. Cuando Papá regresó a casa - feliz por la catarsis hecha - todos soltamos la respiración que hasta entonces teníamos contenida.
Después de este bárbaro episodio, estuve varios días muerto del pánico, esperando que en una esquina cualquiera apareciera "Rambo", montado en su moto y dispuesto a concluir su bestial tarea.
Por fortuna, esto nunca sucedió y venciendo mis miedos interiores asistí al sepelio de Jaime Pardo Leal y de muchos compañeros más. Sentíamos para entonces - como en aquel famoso tango de Gardel - que era "un soplo la vida". Así, tal vez sin darnos cuenta, pasó algo terrible, algo que jamás debió suceder: ante lo efímero de la vida nos enamoramos de la certeza de la muerte.
Reíamos, bailábamos, soñábamos y nos acostábamos con ella. Cada día, cada minuto y cada segundo que vivíamos intensamente era un instante que le hurtábamos a la muerte. No hacíamos juramentos de amor, no prometíamos estrellas azules pero estábamos dispuestos a darlo todo, porque la vida no nos pertenecía y en cualquier momento llegaría la bala asesina.
Empezamos entonces a rendirle un culto religioso a Thanathos. Nuestros sueños, nuestras palabras, nuestros silencios, nuestros versos y hasta nuestras consignas estaban impregnadas de un hálito de muerte: "los muertos no se lloran - solíamos gritar en las marchas - se levantan sus banderas y la lucha continúa".
Sin embargo, en secreto llorábamos sus ausencias y lamentábamos la oscura desgracia de estar sin ellos. Uno de nuestros juegos predilectos era relatar cuál sería nuestra última voluntad: "Yo deseo que mi cadáver lo incineren y las cenizas las lancen al rio Magdalena" - decía alguien -;
"yo prefiero en cambio que mi cuerpo lo sepulten bajo tierra y sobre él planten un árbol que crezca hasta el infinito" - intervenía otra voz; mi deseo postrero era que durante mis honras fúnebres cantaran la "canción del elegido", que iniciaba así:
"siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí; pero mi historia es distinta, no voy a hablarles de un hombre común, haré la historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia;
es una historia que tiene que ver con el curso de la vía láctea. Es una historia enterrada, es sobre un ser de la nada [.]. Su letra me recordaba una de mis lecturas preferidas cuando era niño: "El Principito".
El culto a la muerte lo acompañamos de un total cinismo para encarar la misma:
¿Y el compañero qué medidas ha tomado para hacerle frente a la muerte ? - preguntaba alguien ingenuamente- . "Las del ataúd, por supuesto", contestaba el aludido, sarcásticamente.
En otra ocasiones cuando alguien comentaba que un amigo nuestro se había convertido en un cuadro político nacional, no faltaba quien anotara con ironía "es cierto, pero si se descuida en poco tiempo se convertirá en un cuadro en la pared ".
No le faltaba razón porque las sedes de la UP estaban llenas de cuadros de dirigentes de la UP que fueron asesinados. Con el tiempo estos cuadros se fueron poblando de la imagen borrosa de centenares de amigos y amigas que nos dejaron y de los cuales solo quedó su recuerdo en la mente de aquellos que compartimos sus ideales, sus luchas y sus batallas, y que, pese a ello, sobrevivimos a esa barbarie.
Sí, Yo fui uno de sus sobrevivientes. No me explico ¿cómo? Ni ¿por qué? "las ánimas benditas" diría mi abuela Sofía, las mismas que la resguardaron de los "godos "cuando con ocho meses de embarazo, cargo el cuerpo ensangrentado de su esposo;
las mismas que en medio de la chulavitada protegieron la vida de ustedes, unos liberales de cepa; las mismas que las escoltaron cuando tuvieron que abandonar la finca cafetera y radicarse en Bogotá para escapar del terror de "los pájaros".
Claro, también pagué mi precio, sin embargo nada comparable con la entrega de la vida. En varias ocasiones fui golpeado y torturado por la policía y la última de estas veces - hace más de veinte años - permanecí preso en esta misma cárcel durante dos largos meses, pero la verdad se impuso y el juez declaró mi inocencia.
Recuerdo que en esa oportunidad varios universitarios fueron golpeados y detenidos conmigo, y mamá con llanto en los ojos, aunque con un poco de alivio me dijo: " mijo, gracias a Dios que a usted no le hicieron lo de ese pobre muchacho que lo arrastraron por el suelo, jalándolo del pelo, lo subieron a una camioneta y le rompieron un casco en la cabeza?
Como habrá sufrido su angustiada madre!. Yo apenas asentí con mi magullada testa, pero jamás me atreví a contar que "ese pobre muchacho" había sido yo.
Pero toda experiencia por difícil que sea siempre aporta lecciones positivas y, para ustedes, este doloroso episodio les dejó en claro que ya en esos años, liberales y conservadores actuaban con la misma inquina contra la oposición o ¿ acaso este genocidio y persecución contra la Unión Patriótica no estaba ocurriendo bajo el régimen "liberal" de Virgilio Barco que-
ustedes habían respaldado en las urnas?, con cierta resignación tuvieron que admitir que la política, ya no era como en el pasado, un asunto entre "godos" y "cachiporros" - aliados por el pacto del Frente Nacional- sino como en su momento lo señaló Gaitán: un enfrentamiento del país Nacional contra las oligarquías plutocráticas incrustadas en los dos partidos tradicionales; porque "el hambre no es liberal ni conservadora".
Desde entonces, optaron por apoyar los candidatos de la izquierda. Y dramáticamente la historia parecía repetirse. Así como los gaitanistas que sobrevivieron a la violencia de los años 40, organizaron los primero núcleos de resistencia armada para defender su vida y la de sus familias, muchos sobrevivientes de la Unión Patriótica no tuvieron otra alternativa que enmontarse.
Ricardo Palmera, hoy conocido como "Simón Trinidad," ilustra claramente esta parábola de vida, como lo registra el periodista Jorge Enrique Botero en su libro: "Simón Trinidad. El hombre de Hierro".
Aunque en ese momento entendí que la guerrilla constituía el único camino que el sistema dejaba para aquellos que mantenían sus ideales de lucha por una sociedad más justa, nunca me atreví a dar semejante paso, aunque siempre miré con respeto y admiración a aquellos que lo hicieron.
Tres motivos tuve para no hacerlo: En primer lugar, papá que toda su vida portó una pistola con salvoconducto, hasta que tuvo que empeñarla para solventar una crisis económica familiar, nos inculcó el respeto por las armas -"ojala nunca tengan que utilizarlas"- nos decía frecuentemente.
Coherente con este pensamiento, una noche en que sorprendió robando en la sala de la casa a dos hombres, papá hizo un disparo al aire, como dándole tiempo a que escaparan. Nosotros preguntamos ¿Por qué no los había herido si la ley lo amparaba? "Porque no era necesario - dijiste - es posible que hayan sido vecinos seguramente tendrán hijos bajó su cuidado.
Que no merecen quedar huérfanos". Capté el mensaje inmediatamente, pese a que durante años lamenté que aquellos hombres se hubiesen llevado un tomo de mi Manual de Historia de Colombia.
En segundo lugar, no tomé el camino de la lucha armada, porque mi constitución física siempre fue frágil. Mis amigos decían burlonamente que a mí solo me daban dos gripas en el año y que cada una duraba seis meses.
Por eso entiendo su preocupación cuando en las imágenes de mi detención me presentaron esposado y cubierto con un tapabocas. Ustedes como muchos debieron pensar que como venía de México portaba el virus AH1N1.
De tenerlo, hubiese muerto irremediablemente porque las autoridades colombianas en su afán de "legalizar mi captura" se negaron a practicarme una prueba de laboratorio ( en este país se necesita ser Presidente o Ministro para recibir atención médica inmediata).
En tercer lugar nunca pensé ser guerrillero porque desde niño mi pasión eran los libros, no las armas. El dinero que recibía de mis onces y mis tíos lo ahorraba para después invertirlo en libros.
Papá decía que cuando grande yo sería "catedrático", no sabía qué cosa era eso, pero me entusiasmaba la idea de ganarme la vida siendo una enciclopedia ambulante , como los "catedráticos "Abelardo Forero Benavides y Ramón de Zubiría; mamá en cambio me miraba con ojos de admiración y extrañeza: le preocupaba que no saliera a la calle a jugar con los otros niños y que prefiriera quedarme en la terraza leyendo todo el día.
Con el tiempo los viajes, las vivencias en otras ciudades de fuera y dentro del país, y la condición de ser padre enriquecieron mis lecturas. Pero en medio de todas estas experiencias, la pluma y el pensamiento fueron las únicas armas que aprendí a manejar.
Convertido en científico social, y comprometido con la verdad, no he dejado de utilizar estas armas para pensar la realidad de este país; para denunciar los crímenes de Estado; para desnudar las alianzas de las elites gobernantes con el narcotráfico; para develar la naturaleza "terrorista" del estado que exterminó a más de cinco mil militantes de la Unión Patriótica y a millares de líderes de la oposición.
En una palabra, para descubrir los horrores de este conflicto armado y social que el presidente Uribe quiere negar, a través de su mal llamada "Seguridad Democrática" calificando de "terrorista" la resistencia política y social del pueblo colombiano y la actividad de académicos que queremos investigar esta realidad.
De José Martí aprendí que "trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras", por eso mis únicos campos de batalla han sido las aulas universitarias en las cuales han transcurrido las dos terceras partes de mi vida.
En la Universidad Distrital y Nacional y no en la Unión Soviética curse simultáneamente mis estudios de pregrado. Ustedes lo saben mejor que nadie, por los grandes esfuerzos económicos que realizaron para que yo pudiese mantener ese privilegio.
Reunir el dinero para los pasajes del bus; comprar las fotocopias (porque los libros era imposible) constituía una lucha del día a día, que pudimos sortear con éxito gracias, también, a la ayuda de mis hermanas mayores que, a diferencia mía, tuvieron que trabajar para pagar sus estudios profesionales.
Jamás estuve en la Unión Soviética ni como estudiante ni como visitante y desafortunadamente ya no podré hacerlo, porque la URSS desapareció hace ya casi dos décadas. Sin embargo, siempre he mantenido una profunda admiración la Revolución de Octubre, antes que las prácticas estalinistas y burocráticas la pervirtieran.
Pero mis preocupaciones por América Latina me llevaron a México, donde pude cursar una maestría gracias a una beca que me otorgó la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) tras una rigurosa selección entre profesionales egresados de las más reconocidas universidades del país.
Al concluir estos estudios opté por seguir con un doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); nunca pagué un peso por concepto de matrícula, porque en México la educación pública es gratuita. Ese fue uno de los grandes logros de la revolución mexicana que el próximo año conmemora su primer centenario.
Pese a estos beneficios, fueron tiempos difíciles, mi hijo, Ernesto, estaba de brazos, pero con su madre sobrevivíamos a punta de tortilla y de los escasos subsidios que aún mantenía el Estado mexicano. Por eso, aunque hoy el gobierno de Felipe Calderón (cuya elección estuvo signada por el fraude electoral)-
haya echado por la borda, con mi deportación, una larga tradición diplomática de independencia y solidaridad con la lucha de los pueblos latinoamericanos, mantengo mi sentido de gratitud con mis hermanos Mexicanos, de ellos siempre he recibido solidaridad y hospitalidad.
En la UNAM tuve la oportunidad no solo de obtener un Doctorado - cuya tesis recibió mención honorífica - sino de conocer centenares de investigadores comprometidos con un proyecto de sociedad más justa y equitativa, y que enriquecieron mi perspectiva latinoamericana.
Algunos como René Zavaleta Mercado, Ruy Mauro Marini, Sergio Bagú y Agustín Cueva, ya no están con nosotros; otros siguen activos y han sido para mí un ejemplo de militancia con la verdad y el pensamiento crítico.
Por eso cuando el Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), espacio por excelencia de esta producción académica crítica, me brindó la posibilidad de realizar una estancia postdoctoral, no dudé en aceptar la invitación y a través de la Universidad tramité una comisión de estudios.
Claro, también hubo otros factores que precipitaron mi decisión: desde hacía varios meses estaba siendo víctima de persecuciones y hostigamientos por parte de los organismos de seguridad del Estado. De ningún modo quise que ustedes se enteraran de esta situación. No quería generarles más preocupaciones.
Tampoco se lo dije a mis estudiantes y solo conversé acerca de mi situación con un par de colegas que me brindaron su total apoyo. Por eso mi viaje fue repentino y discreto a la vez.
En el momento en el que fui arbitrariamente privado de la libertad por las autoridades migratorias mexicanas, me encontraba concluyendo esta estancia postdoctoral. No estaba reclutando milicianos ni organizando células terroristas.
Es posible que los gobiernos de Felipe Calderón y Álvaro Uribe, consideren que formar una conciencia crítica y adelantar investigaciones sobre la historia política de México y Colombia sea una "actividad terrorista". Desde el 11 de septiembre los sectores de ultraderecha han recurrido al pretexto del "terrorismo" para perseguir no solo a los movimientos de oposición sino también a los intelectuales críticos.
Mi vida ha estado estrechamente ligada a la actividad académica en la universidad pública, desde hace tres décadas, cuando me vinculé a ella, primero como estudiante y posteriormente como docente: La Universidad Distrital, La Universidad de Cundinamarca,
La Universidad del Cauca, La Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional pueden dar fe de ello. Por eso puedo decir que la persecución de la que hoy soy víctima no solo una persecución contra mí sino contra la universidad pública en su conjunto.
Querido padres, traicionaría vuestro legado y el de mis maestros - entre ellos el de Jaime Pardo Leal, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna - si ante las amenazas de un fiscal, que promete confinarme más de 40 años en esta cárcel, por los delitos de "concierto para delinquir con fines terroristas", "rebelión" y "financiamiento de grupos terroristas", me retractara de las ideas de justicia que he defendido en mis cátedras, en los diferentes foros públicos y en mis escritos.
Traicionaría también a mis estudiantes, a mis amigos (as) y al pueblo colombiano, si claudico ante las presiones de un gobierno narcoparamilitar. Sé que millares de manos se han unido para defender la libertad de pensamiento, se que miles de voces se han juntado para lanzar un grito de justicia;
se que más temprano que tarde, los cambios que reclama este país se abrirán camino, y los opresores de hoy estarán mañana arrodillados implorando clemencia ante el tribunal de la historia.
Queridos padres, solo quisiera que la vida les regalara unos años más de existencia para ver florecer en nuestro territorio, una nueva Colombia, donde los niños no tengan que llorar la ausencia de sus padres muertos en la guerra;
donde el campesino tenga un pedazo de tierra y ayuda técnica para trabajarla; donde la educación, la salud y la vivienda sean un derecho prioritario y no el privilegio de unos pocos; donde los que ejercemos el pensamiento crítico no seamos tratados como terroristas.
Mis queridos viejos, pueden sentirse felices de que su hijo esté hoy sentado en el estrado de los acusados no por asesino y corrupto, sino por defender los ideales de justicia y libertad que ustedes me inculcaron de niño y que llevo en mi corazón como el más preciado tesoro que me ha regalado la vida.
Por eso, si este tribunal que hoy me juzga me llegase a condenar, asumiré con firmeza y dignidad su fallo, porque me anima la convicción de miles de hombres y mujeres que soñamos con "otra Colombia posible".
Abrazos fraternales, su hijo
Miguel Ángel Beltrán Villegas
Cárcel Nacional "Modelo"
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